el avión se detiene en seco, ya no hay más turbulencias.
de los motores de éste de desprenden coloraciones insaciables,
que van pintando los cielos, según el sentido del humor del observador,
para algunos, escala de grises, blancos y negros, para otros los colores son tán fuertes, tan conciso, brillantes, escalofriantemente bellos, intactos.
desearía que este avión se estrellará de la manera mas hermosa, la deformación del fierro, torcido, las figuras abstractas, no me importan los tripulantes, soy un espectador, sí se estrellase cerca, seguramente el morbo de muchos nos obligaria a acercarnos más, alimentarnos de las tragedias es uno de nuetros pasatiempos favoritos, no le tememos a la muerte, de hecho nos provoca curiosidad, es apasionante el color rojo.
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si se acomodan las piezas apropiadamente, ladrillos que se sostienen sin ayuda de nada, todo va tomando la forma exacta, dictada por el más oculto subconsciente, el eco de las campanas que vien dentro, las olas dentro de la concha, las imagenes guardadas en desorden, la experimentación, los pasajes menos conocidos, sonidos panoramicos, como cuando recuestas tu cabeza en la almohada y de ella de sesprenden sinfonías honíricas, el jugueteo del aire y las espirales en tus oidos, el bailoteo de las ondas en el tambor, la tormenta retorcida nunca términa de la manera mas acomodada, deja todo desparramado, agua turbia que se tardará en asentar, letras que encojen y se agrandan con facilidad, como un taladro conforme entra salen letras coloridas, nada amistosas, bien educadas, solitarias, remolino de pendejadas, como para darle fin a una publicación.
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